Ante las preocupantes noticias llegadas de Europa, los asesores de la OELP [Organización de Entidades que se Lucran con el Petróleo] (o Ellos, que suena más dramático) convocaron una reunión de urgencia en una amplia sala con paneles de roble en las paredes. El jefe de la oficina de expertos agitaba un papel con una mano gruesa y peluda:
– Aquí éstá. No se trata de ningún error. El presidente de la Comisión Europea ha dicho “debemos reducir el consumo de petróleo”, completamente serio y aguantando el tipo. Delante de millares de personas y cientos de micrófonos.
Un estremecimiento de horror sacudió a los asesores. Dos o tres tazas de café cayeron al suelo. El representante de Milindusco balbuceó:
– ¿Alguna declaración más al respecto? ¿Qué dice Berlus? ¿Y Sarko?
– Se están portando bien, por ahora. Sarko sacaría a la policía a las calles para asegurar el suministro, y Berlus dice que el petróleo es un puntal de la italianidad. Es buena publicidad para el producto.
El hombre de Conchaco dejó oir su voz desde el rincón más oscuro de la sala.
– Me preocupa la pobre Angela. Como sabéis, metió la pata al asociarse con esos sociatas medio verdes.
Al oír la palabra nefanda, varios delegados tocaron madera, se hicieron cruces o agarraron con fuerza sus amuletos, según su respectiva idiosincrasia cultural. El delegado de Fatalco tomó la palabra.
– Caballeros, no es el momento de dejarnos llevar por el pánico. Necesitamos perspectiva. Veamos que dice el hombre de los números.
El responsable de Estadísticas de Venta de Crudo entró en la sala con paso firme. Era un hombre elegantemente vestido, muy bronceado tras unas largas vacaciones de verano en una islilla del Pacífico. Se sentó y aguardó las preguntas.
– X…, ¿hay algo de lo que debamos preocuparnos? ¿Pueden llevar a cabo su amenaza de -escupió las palabras como si fueran hiel- reducir el consumo?
X… puso la misma cara que pone alguien antes de responder a una pregunta que ya le han hecho millones de veces.
– No hay absolutamente ningún motivo de preocupación, señores. Seguirán necesitando mucho petróleo dentro de diez y dentro de cincuenta años. Suplicarán por él de rodillas. Pagarán lo que les pidamos.
El representante de DDco rió sardónicamente, coreado por el de Maroco.
– ¿Y que hay de esas historias de coches de alto rendimiento? ¡Tres litros cada 100 kilómetros, por Dios!
– Paparruchas. Ediciones para coleccionistas y ecoprogresistas con complejo de culpabilidad. Estamos instalados en los viejos y sólidos 10 litros por cada cien, y espero que no nos movamos de ahí en mucho tiempo.
– ¿Y la historia del Día sin Coches? ¿Un día entero sin usar el auto? ¿Se imagina si este tipo de iniciativas se extienden? Como un maldito cáncer.
– Ta, ta, ta. Todo está controlado. Un poco de teatro no viene mal una vez al año. Y no es un día entero, carajo. Sólo cuatro horas.
Un suspiro de alivio recorrió los sudorosos semblantes de los petroasesores.
– Cuatro horas. Excelente. Pero, ¿que hay de cierto en los rumores que corren sobre esas… esas… esas… -un segundo antes de ahogarse, consiguió pronunciar las palabras- energías renovables?
– Al ritmo actual, no serán ningún motivo de preocupación hasta que los batracios desarrollen apéndices capilares, si captan la expresión.
El representante de Oroco tardó casi treinta segundos en reírse. En ese momento, un ujier entró con una nota y se la entregó al representante de Barimco. Éste no perdió un minuto en informar a la concurrencia.
– Los representantes de los dieciséis grandes [consumidores de petróleo] han difundido un comunicado: “no incentivar el consumo de petróleo equivale a atentar contra los sólidos valores del libre mercado, puntal a su vez de una libertad sana -que no equivale en modo alguno a libertinaje- garantía por lo tanto del desarrollo ordenado y feliz de nuestra gran civilización atlántica”. Algo retorcido… se nota la mano de Pepín Entrambasaguas, debía estar de guardia esa noche. En fin, caballeros. Victoria completa. Se han impuesto, una vez más, el interés de las generaciones venideras, el sentido común y la cordura.
El representante del Departamento de Estado bostezó.
– Que barbaridad. Y esta vez ni siquiera ha hecho falta bombardear nada.
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Apenas dos semanas después de aparecer esta crónica de la reacción de la OELP [Organización de Entidades que se Lucran con el Petróleo] a las intenciones de la Unión Europea de reducir el consumo de oro negro, llegaron las reseñas de una reunión real entre la OPEP y la UE. Como verán, la realidad supera de largo a la ficción.
La UE y OPEP mantuvieron Bruselas una reunión de diálogo, en la que el tema principal fue el alto precio del crudo y su volatilidad. Según el comisario europeo de Energía, Andris Piebalgs, estos precios «menoscaban la situación de los consumidores pero también de las inversiones de los productores».
Naturalmente Piebalgs dijo que la UE continuaría importando más petróleo, pero aseguró que también hay que tener en cuenta a su vez las políticas europeas para luchar contra el cambio climático.
[Chakib] Khelil (presidente de la OPEP) reconoció que medidas como la introducción de energías renovables, la mejora de la eficiencia energética o la reducción de las emisiones de CO2 pueden reducir la demanda de crudo de la UE, pero indicó que esto puede ser positivo «porque así quizá tengamos más suministro, más oferta, precios algo más bajos». No sin ironía, terminó diciendo «Pienso que la UE está haciendo bien las cosas y que tiene que seguir por esta vía».
El ministro esloveno de Economía, Andrej Vizjak, cuyo país preside este semestre la UE, indicó que los combustibles fósiles «continuarán desempeñando un papel clave en el suministro energético» de la Unión, en especial en el transporte, si bien admitió que reducir las emisiones de gases contaminantes «es una obligación».» Amén.
Marciano Lafuente