Todos los progres del mundo se hacen la angustiosa pregunta: ¿Cómo es posible que la gente sin dinero vote a la extrema derecha, derechaza o derechísima? Los sociólogos de guardia empiezan a crotorar lo de los perdedores de la globalización, el asunto de que la izquierda se enfanga en asuntos de derechos de minorías y no protege a los débiles fetén, etc.
No es esa la razón principal. El secreto del parafascismo es que es muy difícil ser un héroe de la izquierda, mientras que es lo más fácil del mundo ser un héroe de la derechaza. Vamos a ver.
La izquierda sociata y comunista culpabiliza a todo el mundo de innumerables cosas. La lista de pecados es larga: machismo, racismo, anti-feminismo, anti-ecologismo, carnivorismo, adicción al petróleo, adicción al coche de gasolina, insolidaridad en general, chauvinismo, afición a ver Sálvame de Luxe, etc. Puede haber alguna persona correcta (solidaria + feminista + antirracista + alternativa + vegana + ecologista, etc.) pero se pueden contar con los dedos de una mano y sobran dedos. Es muy difícil ser perfecto. (Antes era más fácil ser un héroe de la izquierda, bastaba con ser parte del Pueblo Trabajador, Obrero o Proletario. Pero esas categorías desaparecieron hace tiempo).
La derechaza hace todo lo contrario: todos son héroes para ella. Puede ser héroe cualquier persona, pobre o rica, tonta o lista, gorda o flaca, del Atlético o del Madrid. La única condición para ser un héroe es ser español completo y verdadero. El resto no importa. Eso quiere decir que hay (descontando niños pequeños) unos 40 millones de personas que pueden pasar fácilmente a considerarse héroes gracias a que la derechaza les califica automáticamente como tales.
El argumento es el siguiente: todo español, por el hecho de serlo, por muy vago y poltrón que sea, es un trabajador incansable a quien nadie le ha regalado nada, perseguido por el fisco, esquilmado por los políticos, sangrado con impuestos que sirven para que millones de no-españoles vivan en España a cuerpo de rey, multado por el afán recaudatorio de la policía de tráfico, coartado en su libertad de fumar dentro de un bar, etc. Hay que ser muy héroe para vivir así, en un esfuerzo tan constante.
Marciano Lafuente