El único prototipo del Convair YB-60 que despegó del suelo, en 1952.
El YB-60 tenía un formidable aspecto retrofuturista cuando fue revelado a los medios de comunicación en 1952. Combinaba alas en flecha (parcial) y motores jet con una cabina acristalada típica de los bombarderos de la década de 1930. En realidad era una gigantesca chapuza aeronáutica, sobre todo si se la compara con su coetáneo y rival Boeing B-52. Convair decidió competir por el futuro superbombardero jet de la USAF con un versión modificada de su avión gigante B-36 Peacemaker, que se basaba a en una especificación de 1941. Se conservó casi todo el fuselaje y la parte interna de las alas, y se adoptó para el resto la configuración de alas en flecha y motores colocados en barquillas bajo las alas.
Los ocho motores del B-60 eran los mismos que los del B-52, que era producto de la evolución del B-47, que había volado por primera vez en 1947 y había reunido todos los avances aeronáuticos alemanes y norteamericanos de mediados de la década de 1940. Por el contrario, el B-60 era una adaptación hecha sin mucha convicción de la tecnología de la década de 1930 a la era del jet. Una ventaja de este enfoque era que el avión de Convair era más barato de fabricar que el del Boeing, y podía llevar más tonelaje de bombas.
Una gran desventaja es que era apreciablemente más lento. Los planificadores de la USAF no lo dudaron mucho y eligieron el B-52. Una decisión muy fundada, pues dos tercios de siglo después el B-52 sigue siendo el puntal de la fuerza de bombarderos de la USAF, sin ningún recambio a la vista, mientras que ya está establecida la fecha de jubilación del Rockwell B-1 y del Northrop B-2. Por desgracia, no se conserva ningún ejemplar del B-60, que ahora sería la gran atracción de cualquier museo aeronáutico.
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