Airspeed Consul del Real Aeroclub de España, el avión de su presidente, el duque de Almodóvar del Río.
Las manchas en el ruedo de la plaza de toros de Pamplona resultan ser manchas de sangre, visibles desde más de mil metros de altura. Es una de las fotografías que ilustran el extenso reportaje que publicó Flight en el verano de 1949 narrando la excursión internacional aérea que recorrió España durante una semana. Cien avionetas y unos trescientos participantes componían la numerosa expedición de aficionados a la aviación procedentes de media docena de países. Fueron tratados a cuerpo de rey por la perfecta organización del Real Aero Club de España, cuyo presidente, el duque de Almodóvar del Río, fue el principal anfitrión.
La aviación general (aquella que no es militar ni comercial, según la imprecisa definición de la FAI) había desaparecido de España en 1936. En 1948 se permitió la reanudación de sus actividades, y la semana aérea de 1949 fue la conformación de la vuelta a la normalidad. El Real Aeroclub había sido fundado en 1905, lo que le permitió ser miembro fundador de la veneranda Fédération Aéronautique Internationale (FAI). Los aristócratas abundaban en el Aeroclub español, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta que se necesitaba mucho dinero y bastante tiempo libre para tener un avión propio. La tradición venía de comienzos de siglo, cuando algunos ricos por su casa abandonaron la caza o el automóvil de lujo para pasarse a la aviación.
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