La breve ventaja de la aviación naval argentina

 

Un Super Étendard de la dotación del portaviones 25 de Mayo, a mediados de la década de 1980.

La culpa de que el gobierno argentino comprara Super Étendards la tuvo el gobierno norteamericano, que en un ataque de virtud se negó a vender armas a la Junta militar que gobernaba el país desde 1976. No llegaron más repuestos para los Skyhawks ni los F-18 Hornets que podían reemplazarlos. Francia repartía liberalmente sus aviones de guerra por todo el mundo, y accedió a vender 14 unidades de su bombardero Super Étendard a la Armada argentina.

Cuando comenzó la guerra con Reino Unido por las Malvinas, habían llegado cinco aviones y cinco misiles Exocet. La llegada del resto de estas formidables armas de guerra tendría que esperar hasta que terminase la guerra. La armada argentina tenía un portaviones, el 25 de Mayo, de fabricación británica, con una dotación de Skyhawks. Los Super Étendards no podían operar todavía desde su cubierta de vuelo, lo cual no importó mucho, pues el portaviones se refugió pronto en puerto para evitar la amenaza de los submarinos nucleares británicos.

Los aviones franceses operaron desde tierra, en bases situadas en la costa argentina. Los cinco aviones y sus cinco misiles consiguieron hundir dos barcos, un carguero y un destructor, el Sheffield. El Exocet era una arma diabólica, que se lanzaba a 20 km de distancia del blanco; el misil volaba rozando las olas hasta el impacto. El Super Étendard, con su avanzado sistema de navegación a larga distancia, era el avión ideal para lanzarlo.

El hundimiento del destructor Sheffield apabulló al Reino Unido. Flight dedicó un indignado editorial al asunto. «¿por qué –clamaba la prestigiosa revista de aviación– no había protección aérea, ni defensa eficaz contra misiles en el Sheffield? ¿Qué pasaría si un Exocet hiciera impacto en un hangar de portaviones lleno de Harriers y de combustible?» (1). Se refería al portaviones Invincible, que fue al parecer realmente atacado con el quinto y último Exocet disponible, pero sin resultado.

De esta forma, la aviación argentina disfrutó durante un breve período y una circunstancia concreta de una cierta ventaja sobre su enemigo. Pero la verdadera ventaja tecnológica estaba en los misiles aire-aire Sidewinder instalados en los Harriers, que derribaron gran numero de Skyhawks y Mirages argentinos. Los británicos perdieron en total 10 Harriers y los argentinos 35 de sus cazas.

(1) Flight, 15 de mayo de 1982.

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