Las cuentas de la sangre

¡España, purificada por la guerra, que es otra vez digna de Dios!
Elisa: “Mantillas españolas”

Sembrad – Publicación mensual de la Juventud Femenina de Acción Católica de Zaragoza -marzo de 1939

 

Serían  las diez de la noche del primero de abril de 1939 cuando el jefe de operaciones del Cuartel General del Generalísimo en Burgos, teniente coronel Antonio Barroso, reunió los últimos partes.  Iban llegando uno tras otro procedentes de los jefes de las unidades que ocupaban Levante, y todos decían más o menos lo mismo: los restos de Ejército Popular de la República ya estaban desarmados, se habían acabado las operaciones militares. Barroso hizo una especie de resumen de todo ello y se lo entregó al Generalísimo, que yacía en cama en plena fase de descompresión después del stress de aquellos días. Puesto que ya no quedaba nada más que hacer desde el punto de vista bélico, Franco se levantó y redactó en una hoja de papel el último parte de guerra.

 

esapgnaenpazFranco condecora a un soldado tocado con un casco francés Adrian, el edificio de la Telefónica en Madrid, escenas de bombardeos, el general Miaja y un desfile de milicianos en los primeros días de la guerra ilustran esta composición fotográfica publicada por la revista argentina Caras y caretas (Buenos Aires) el 8 de abril de 1939 (Biblioteca Nacional de España – Hemeroteca Digital)

 

Tras algunas tachaduras, al final quedó adecuadamente conciso e histórico. Se lo entregó a su ayudante, el comandante José María Martínez Maza, que se lo entregó al Jefe del CGG, general Francisco Martín Moreno, que había redactado y firmado hasta entonces todos los partes diarios de guerra, casi un millar. El general lo leyó y, sin hacer ningún comentario, se lo entregó al teniente coronel Barroso, que se lo entregó a su vez por conducto reglamentario al mecanógrafo de servicio Rafael Muñoz Navarro, el cual apenas tuvo tiempo de colocar el cliché de multicopista y comenzar a teclear antes de declararse vencido por los nervios. Le sustituyó Eugenio Hernández López, que terminó la tarea, sacó el cliché y se lo entregó al teniente coronel Barroso, que se lo pasó al comandante Martínez Maza, que lo llevó al Caudillo para la firma. Franco firmó el cliché, que pasó a manos del operador de multicopista Constantino Maté. Con una copia autenticada en la mano, el teniente coronel Barroso salió del CGG y tomó un coche para Radio Castilla (RNE), donde habían retrasado un par de cuartos de hora la hora de lectura del parte. Eran casi las once menos cuarto. Se había acabado oficialmente lo que comenzó oficialmente el 19 de julio de 1936 a las cinco de la madrugada [215].

Dio la casualidad que la Victoria coincidió con la semana santa de 1939, que caía en la primera semana de abril. El día siguiente del último parte de guerra fue Domingo de Ramos, y el 9 se celebró el Domingo de Resurrección. Empero el día más interesante fue el 7, Viernes Santo, el día de la muerte de Jesús.  Una multitud de mujeres enlutadas y descalzas participaron en la procesión del Santo Entierro de Burgos, aquella noche[216].Los púlpitos y las tribunas se llenaron de gente que hablaba de la mucha sangre vertida, y de su sentido de redención. Como Cristo, España había sido crucificada, y de su sangre vertida había brotado la redención de la nación, más o menos igual que Nuestro Señor había resucitado. Con matices sobre si la Nación debía estar por encima o por debajo de Dios (los falangistas creían lo primero, los monárquicos y clericales más bien lo segundo) todos estaban de acuerdo en el profundo sentido de renovación y comienzo que había que dar a tanta sangre derramada[217]. Se sirvieron atroces metáforas de la sangre pudriéndose entre los surcos de los campos, y de su pudrición surgiendo espléndida cosecha.

Pero, ¿cuánta sangre se vertió realmente? Hoy en día se admite que la guerra civil supuso la muerte directa (en diferentes gradaciones de violencia) de aproximadamente medio millón de personas, el 2% de la población total del país. Asunto menos explorado es el reparto de las víctimas totales (no sólo de las víctimas de la represión, que eso es cuestión muy discutida) entre nacionales y republicanos. También es interesante saber cómo afectó a la pirámide de edades y de sexos. A diferencia de un genocidio, que afecta imparcialmente a todos los sexos y edades, en la guerra de España la mayor parte de las víctimas fueron varones adultos, especialmente aquellos entre los 20 y los 40 años. Como media, uno de cada diez soldados murió, y la represión también afectó muy duramente a este segmento de la población. Por el contrario, niños, mujeres y ancianos fueron la mayoría de las víctimas de las malas condiciones de la guerra y los bombardeos de la población civil.

 

civilizacionybarbarieUn mapa publicado por el diario ABC el 4 de abril muestra en ocho mapas el avance de «la  civilización» y el retroceso de «la barbarie».  ABC, 4 de abril de 1939 (Hemeroteca de ABC)

 

Es sorprendente que (excepto los muertos de la represión) haya cierta tendencia a citar el impacto de la guerra en conjunto, sin distinguir las víctimas pagadas por cada estado en lucha. Salvando las distancias, sería como decir que la guerra entre Alemania y la Unión Soviética causó 25 millones de muertos ocultando el hecho de que que 20 fueron por parte soviética y sólo 5 por la alemana.

Poco a poco se va revelando una tercera causa de mortalidad poco trabajada hasta ahora, mientras que la debida a la represión está siendo investigada exhaustivamente y los muertos en combate comienzan a ser contados (incluyendo a la población civil afectada por bombardeos). Se trata de la franja nebulosa que está entre las muertes “normales” y las que hubo realmente no debidas a la violencia organizada directa. Todas estas personas murieron por falta de asistencia, desnutrición y enfermedades de la pobreza extrema. No se produjo ninguna gran epidemia, pero la población civil fue sometida a un continuo stress que redujo sus oportunidades de supervivencia. Este stress afectó principalmente a los habitantes de la zona republicana. Tablas de mortalidad recientemente calculadas muestran que la mortalidad, tanto de hombres como de mujeres, fue superior en la zona roja. Las mejores posibilidades de supervivencia fueron para las mujeres de la zona nacional, y las peores para los hombres de la zona republicana.

Lo más sorprendente es que la mortalidad disminuyó en algunas provincias, señaladamente en el valle del Duero, encabezadas por Ávila. Esto se debe seguramente a una reducción de la mortalidad infantil[218]. Por el contrario, creció mucho en otras, encabezadas por Madrid y situadas en general en zona republicana y también en lugares donde se dieron fuertes batallas, como Zaragoza y Teruel. Hay que tener en cuenta que bastantes abulenses fueron registrados en estas provincias, donde murieron.

El resultado final organizado en cuatro categorías muestra las diferentes gradaciones de la sobremortalidad de la zona roja.

Los muertos en combate fueron más en el EPR que el EN, en una proporción no muy elevada (125.000 / 90.000).

Los muertos de la represión en zona nacional (toda España desde 1939) duplican y probablemente triplican a los de la zona roja (140.000/60.000).

Los muertos civiles por carencias asociadas a la guerra fueron entre seis y ocho veces más en zonas republicana que en zona nacional (60.000 / 10.000)

Finalmente, los muertos entre la población civil por bombardeos en zona roja decuplican a los habidos en zona nacional (10.000/1.000).

Lo que nos daría unos 500.000 muertos en total con aproximadamente un 70% entre los republicanos y un 30% entre los nacionales. Esto refleja el carácter de una guerra total contra la civilización republicana. En conjunto, los republicanos pusieron entre  2/3 y 3/4  del total de muertos que costó la guerra, unos 325.000 contra 175.000 de sus enemigos.

 

[215] Revista de Historia Militar, número monográfico sobre “Franco, escritor” (1976).
[216] ABC, 8 de abril de 1939.
[217] Zira Box: España, año cero. La construcción simbólica del franquismo. Alianza editorial (2010).
[218] Julio Alcaide Inchausti, en Economía y economistas españoles en la guerra civil, Galaxia Gutenberg – Círculo de lectores (2009).

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