El elegante perfil del Saab 2000 no fue suficiente para asegurarle buenas ventas.
Tras el relativo éxito del Saab 340, un turbohélice de transporte regional para 30 o 40 pasajeros, Saab pensó que habría mercado para una versión más grande y muy mejorada, con aviónica muy sofisticada, potentes motores menos ruidoso de lo normal para un turbohélice y sobre todo una velocidad punta muy superior a la de su competidor, el modesto pero exitoso ATR-42/72. El resultado final sería una especie de Rolls-Royce de los turbohélices regionales.
Para sorpresa y desesperación de Saab, ese fue justo el momento (mediados de la década de 1990) en que Embraer y Bombardier comenzaron a sacar al mercado reactores regionales más veloces, con mejores prestaciones e igual de baratos que el 2000. El Saab 2000 pasó de ser un producto de alta tecnología a un anticuado avión de hélices. Tras apenas cincuenta ejemplares vendidos (muchos a Crossair, que llama al modelo con mucho optimismo «Concordino» aludiendo a su gran velocidad), la cadena de producción se paró y Saab dejó de fabricar aviones comerciales. Aquí puede comparar las prestaciones del Saab 2000 y del ATR.