La versión invisible del clásico bombardero colonial

 

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Lockheed F-117 de la FA de los EEUU (Irak, 1991).

 

En el ataque aéreo a Irak en 1991 la propaganda de la Coalición dedicó mucho esfuerzo a narrar el papel del sofisticado Lockheed F-117 Night Hawk (Halcón Nocturno), considerado como “el gran protagonista” de la guerra. El F-117 era un avión invisible al radar equipado con bombas inteligentes de gran precisión, algo así como el paradigma de la guerra moderna, bien lejos de la basta tarea del C-130, el B-52 y sus armas de destrucción masiva.
Un informe del GAO (General Account Office, el órgano que persigue por cuenta del Congreso el derroche del dinero de los contribuyentes estadounidenses) publicado en 1996 rebajó sustancialmente muchas de las performances atribuídas al carísimo aparato, especialmente su porcentaje de blancos exitosos y su capacidad de funcionar en condiciones meteorológicas desfavorables (1). El informe del GAO termina diciendo “es inexacto calificar los aparatos más caros [como] más fiables que los de menor coste”, con gran escándalo del portavoz oficioso del complejo militar-industrial norteamericano, Defense News.  Lo cierto es que la USAF, consciente de que el F-117 no era “invisible”, sino simplemente menos visible que otros tipos de aviones, restringió sus operaciones a las noches oscuras y las planificó cuidadosamente para evitar toda posibilidad de que el avión-símbolo fuera derribado.

El F-117 es en realidad la anteúltima versión del bombardero colonial, que solo puede funcionar con éxito si la aviación y los antiaéreos enemigos no existen o han sido previamente destruidos. El F-117 es un bombardero (la letra F- de fighter se la pusieron para despistar) relativamente lento y no muy ágil, que comenzó su carrera en Panamá, en la invasión de 1989, y ha bombardeado desde entonces una media docena de países. Si el Stuka (un avión parecido en concepción) usaba el bombardeo en picado para conseguir precisión, el F-117 la obtiene utilizando bombas inteligentes. Estas bombas están dotadas de un sistema de impulsión, aletas para maniobrar en el aire y un mecanismo de guiado al objetivo mediante coordenadas GPS. El piloto las deja caer y se olvida del asunto. A veces se sacaban películas de estas bombas entrando por la ventana de algún bunker iraquí. Los oficiales de relaciones públicas de las fuerzas norteamericanas se las enseñaban a los periodistas y enviaban copias a todas las televisiones del mundo. La escena acababa siempre con el colapso del edificio entre una enorme nube de polvo, en completo silencio (las películas eran mudas y en blanco y negro).

(1) BELL, R.: La guerra del Golfo, un farol tecnológico. Mundo Científico (ene 1997)

 

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