Grumman F9F Panther de la Marina de los Estados Unidos, hacia 1952
El 10 de enero de 1952, en Madrid, el numeroso público que llenaba las calles del centro de la ciudad pudo escuchar un estruendo nunca oído antes en el cielo. Miles de cabezas se levantaron y vieron un objeto evolucionando a gran velocidad sobre el cielo de la capital. Tras unas cuantas cabriolas aéreas, justo en la vertical de la Puerta del Sol, en el kilómetro cero de la red nacional de comunicaciones, el aparato se elevó bruscamente casi en vertical, giró en dirección Este y se perdió en el horizonte. El OVNI era en realidad un avión –probablemente un Banshee o un Panther– de la dotación del portaaviones Saratoga, aparcado entonces en Zaragoza, una de las piezas de la poderosa Sexta Flota de la marina de los Estados Unidos, en misión de presión psicológica sobre España.
Además de Valencia, los barcos de la Sexta amarraron en Barcelona, Tarragona, Almería, Cartagena y Palma de Mallorca. En todas estas ciudades las autoridades agasajaron a los marinos americanos. En Cartagena, el ayuntamiento celebró un festival folklórico en el que actuaron los Coros y Danzas de la Sección Femenina de Murcia, una coral y la banda de música del buque norteamericano surto en el puerto. En Barcelona, los aviones del AeroClub de Sabadell volaron sobre los portaaviones Roosevelt y Tarawa de la Navy. La visita duró una semana. El día de la despedida, el Orfeó de Sans dio un concierto en el Des Moines. El vicealmirante Gardner se dejó ver en San Cugat del Vallés, y ochocientos marineros hicieron una excursión al Tibidabo. La traca final fue la exhibición aérea de 40 reactores sobre Barcelona y Valencia. El vecindario fue advertido previamente “del mucho y característico ruido” que hacen esta clase de aviones. Faltaba todavía un año para la firma de los primeros acuerdos España-USA.