La aviación de la columna Durruti y el bombardeo de El Pilar

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Fokker F.VII de Líneas Aéreas Postales Españolas (LAPE) en 1936. Militarizado en julio de 1936, más tarde le pintaron franjas rojas en el fuselaje y las alas, y le instalaron soportes para bombas bajo las ventanillas.

 

A finales de julio de 1936, varios millares de hombres –y no pocas mujeres- procedentes del gran núcleo anarquista barcelonés avanzaron sobre Zaragoza. Entre sus dirigentes destacaba Buenaventura Durruti, un hombre extraordinario que solía usar gorra de cuero, chaquetón del mismo material y pistolón en la cintura. Durruti era un hombre de acción y por entonces el dirigente anarquista más famoso de España. Por esta razón, las descabaladas fuerzas que avanzaban hacia Zaragoza recibieron a posteriori la mítica denominación de Columna Durruti, que dio nombre más tarde al conocido grupo musical The Durutti Column.

Así funcionaban las cosas en los primeros días de la guerra: una vez asegurada una ciudad, ésta enviaba columnas en dirección al enemigo más cercano, hasta que chocaba con él y la suerte de la lucha decidía la línea del frente. Las columnas anarquistas llegaron muy cerca de Zaragoza, hasta un punto donde podían ver las cúpulas de El Pilar. Era éste un templo inmenso, el mayor supermercado eclesiástico de España junto con la catedral de Santiago de Compostela. La virgen del Pilar era además la patrona de España. Esto, los “innumerables mártires” cristianos de tiempos de los romanos y los heroicos sitios en la guerra del francés, habían dado a la ciudad un aura de valerosa y católica españolidad, teñida además de testarudo baturrismo.

Para los anarquistas tenía además otro significado: Zaragoza era el lugar donde se había celebrado el último Congreso confederal apenas unas semanas antes. Las fuerzas anarquistas requisaron todos los vehículos y todas las armas que pudieron, y hasta contaron con una pequeña fuerza aérea propia, un Fokker F.VII de LAPE que sobrevolaba la columna en misiones de apoyo y reconocimiento.

El puñado de Fokkers F.VII que había entonces en España pertenecían en su mayoría a LAPE (Líneas Aéreas Postales Españolas). El Ejército tenía unos pocos más, que servían como “trimotores coloniales” en la pomposamente denominada África Occidental Española. Allí, dos años antes, habían apoyado la ocupación de Ifni (la única aventura colonial de la República). El Fokker F.VII era un avión grande y robusto, y los ejemplares de LAPE fueron conveertidos inmediatamente en bombarderos.

En una fotografía que circuló por todo el mundo, se puede ver una bomba de por lo menos cien kilos colgando de un soporte bajo las ventanas de la cabina de pasajeros del avión, mientras que un milliciano en pantalones cortos contempla satisfecho la escena. Aquello confirmaba los temores de años atrás, expresados en la Conferencia de Desarme, de que los aviones civiles se podían convertir fácilmente en bombarderos (por esta razón, algunos abogaron por una autoridad aérea mundial, que incluyera tanto las aeronaves civiles como las militares). Otro uso militar de los Fokker F.VII fue el de transporte de tropas, en los primeros pasos del puente aéreo del Estrecho.

En su función de bombardero, este avión realizó varios ataques terroristas o de guerra psicológica durante los primeros días de la guerra. Estos ataques consistieron principalmente en aviones solitarios que cargaban apresuradamente alguna cantidad de explosivos e iban a lanzarla sobre las ciudades que se sabían ocupadas por el enemigo. Estas acciones provocaban represalias sobre los presos del bando contrario disponibles en la localidad atacada. En muchas ocasiones, un número de detenidos más o menos equivalente al de las víctimas del bombardeo fue sacado de la cárcel y fusilado como represalia.

El mismo día 18 de julio, un Fokker VII bombardeó Tetuán, al parecer con intención de atemorizar a los militares sublevados, con tan mala fortuna que impactó sobre una mezquita y aterrorizó a la población tetuaní. Otro Fokker, probablemente el mismo que acompañaba a las columnas anarquistas en ruta hacia Zaragoza, realizó el bombardeo psicológico más famoso de la guerra, que terminó consiguiendo exactamente el efecto contrario del que pretendían sus perpetradores.

El avión dejó caer varias bombas sobre el masivo templo de El Pilar, ninguna de las cuales explotó. Los republicanos se inclinaban a echar la culpa a las defectuosas condiciones de conservación de las bombas en las maestranzas militares, donde algunas llevaban guardadas décadas. Los nacionales no tuvieron dudas en adjudicar la salvación del templo a un milagro de la virgen del Pilar. La Virgen, patrona de España y con la graduación militar de Capitán General, demostraba a las claras el apoyo divino a los defensores de la fe.

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