Caza del hombre desde aviones

caproni101etiopia1936

 

Un Caproni Ca.101 de la 15ª Escuadrilla de bombardeo terrestre «La disperata».

 

«Col tiro delle bombe imporremo la civiltà» dice un poema de Alessandro Pavolini (1) que termina con un rotundo «Anche la geografia bombardando si rifarà», en el libro que escribió sobre la guerra de Etiopía y que se publicó en 1937. «Disperata», que así se llama el libro, es el resultado de la suma de cuatro elementos, tres de ellos nefastos: el fascismo, la literatura sensacionalista pseudolírica, el racismo y la aviación. A lo largo de sus no muchas páginas, asistimos a la experiencia de la escuadrilla de bombardeo nº 15 en la invasión de Etiopía, desde octubre de 1935 a mayo de 1936.

La escuadrilla nº 15 «Disperata» era la versión aérea del fascismo más truculento. La calavera pintada en el fuselaje y el nombre de la unidad eran una herencia de Gabriele D’Annunzio, que inventó casi toda la parafernalia del fascismo durante su breve control de la ciudad de Fiume en 1919. Luego, ya con Mussolini en el poder, un río de uniformes negros, calaveras, puñales, gritos macabros y consignas obtusas (la más famosa era «Credere, Obbedire, Combattere», sin más) invadió toda Italia y se abrió paso hasta la Regia Aeronautica. Cuando comenzó el ataque a Etiopía, cierto número de jerarcas fascistas, mitad por convicción y mitad por obligación, se unieron a las fuerzas militares de la invasión.

La unidad más fascista y más elitista de todas era sin duda la 15 escuadrilla de bombardeo, mandada por Galeazzo Ciano (luego ministro de asuntos exteriores) y en cuyas filas estaban Alessandro Pavolini (luego ministro de cultura popular), Roberto Farinacci (miembro del Gran Consejo Fascista) y Ettore Muti (que llegó a secretario del Partido Nacional Fascista), entre otros peces gordos. Pavolini describe las acciones bélicas de La disperata con una horrenda mezcla de autovanagloria y desprecio del enemigo, al que consideraba como un animal de caza, «caccia grossa».

Pavolini no era el único en tener esa visión de la guerra contra Etiopía. Bruno Mussolini, que servía en la 14 escuadrilla «Quia sum leo» también describe sus actividades de caza del hombre desde aviones: «Un abisinio con un fusil corría hacia el sur. Una hermosa ráfaga de ametralladora y cayó a tierra. Era una caza solitaria del hombre, como de costumbre, y cada aparato, por su cuenta, olfateaba el terreno buscando buscando al abisinio» (2).

 

(1) Mario Isnenghi: L’Italia del fascio. Giunti, 1996
(2) «Un abissino col fucile correva verso sud. Una bella sventagliata e l’abissino era a terra. Era dunque una caccia isolata all’uomo, come al solito, e ogni apparecchio, per conto suo, frugava ogni buco annusando l’abissino» (Angelo Del Boca: Italiani, brava gente? Un mito duro a morire _ Neri Pozza Editore, 2005).

 

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